Aparte, en 1889 sucedió otro evento en la misma línea: la Administración de Correos produjo y envió a sus homólogos de todo el mundo una tarjeta de felicitaciones por el año nuevo de 1890. En este año, entonces, coincideron por primera vez una serie de factores llamativos: el deseo de presentar el país al mundo, el desarrollo de la logística postal y, además, la activación de la industria de la imprenta a nivel local. Por eso, 1889 es el año que toma Miguel D. Mena para iniciar su recuento de un objeto que cuenta nuestra rica historia en dos dimensiones: la tarjeta postal.
En Postales de nuestra memoria el escritor y ensayista dominicano nos explica el contexto de un espectacular archivo de tarjetas que ilustra cómo nuestros pueblos se convirtieron en ciudades, nuestras costumbres en identidad nacional y nuestras aspiraciones en realidades.
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